México D.F., 9 octubre 2015.– Entre los meses de mayo y diciembre de 2015 PBI México divulga una serie de entrevistas a personas defensoras de derechos humanos con las que mantenemos una relación de acompañamiento o de colaboración estrecha. Este mes presentamos la entrevista a dos integrantes de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (FUUNDEC), Silvia Rodríguez y Raúl Reyes, madre y padre de dos personas desaparecidas. Un grupo de familiares de personas desaparecidas se agrupó como FUUNDEC en diciembre de 2009 y a través del colectivo reivindican que se investigue el paradero y se encuentre a todos los desaparecidos: “nuestra propuesta tiene que ser para todos, no sólo para el mío”. Son asesorados por el Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios (CDDHFJDL), organización acompañada por PBI.

            Foto: Familiares de FUUNDEC, durante evento en Saltillo © PBI México

Silvia Rodríguez, madre de Claudia Rizada

“Mi nombre es Silvia Rodríguez Ibarra, soy aquí de Saltillo y ando buscando a mi hija que está desaparecida, se llama Claudia Rizada Rodríguez.

Para mi esto es cosa nueva. Yo había oído de los de derechos humanos. Pero no creía que nos apoyaran con nuestras personas desaparecidas. Pero sí, nos ha servido de mucho. Si no estuvieran aquí estaríamos más enfermos, íbamos a estar consumidos. Yo quisiera aprender, aprender para defender nuestros derechos. Mi demanda es que se encuentre a las personas que están desaparecidas.

Cada vez que hay noticias de que otra vez desaparece una persona se le pone a uno, es como si el problema que está pasando fuera el de uno. Una quisiera que ya no pasaran más desapariciones pero en realidad pasan a cada rato. Antes no se oía mucho de las desapariciones, lo veía muy lejano aquello, algo de que yo nunca iba a padecer. Y hoy es muy común y muy seguido que pasen estas cosas. Las autoridades, yo pienso que no han puesto mucho empeño en buscarlos. Porque no se sabe nada, ni una persona aparece, de las personas que estamos organizadas ninguna aparece.

Pertenezco a la organización de FUUNDEC. En una ocasión me encontré en la procuraduría a Blanquita y a Alma [Blanca Martínez y Alma Gómez del CDDHFJDL] y allí supe de esta organización de familiares y me reuní con ellos.

Yo con la búsqueda de mi hija estoy sola, nada más yo ando buscándola. Tengo un local de tortillas de harina. Este es el trabajo que desempeño.”

La desaparición de Claudia Rizada Rodríguez

“Mi hija desapareció el 28 de junio del 2011, tenía 26 años. Salió a cenar con su novio y no regresó ninguno. Fui con la mamá del muchacho a donde trabajaban y nos dijeron que ninguno se había presentado. Intentamos poner la denuncia pero no quisieron tomarla. Nos dijeron que a lo mejor andaban de vacaciones. Al otro día volvimos, nos hicieron preguntas, tomaron datos pero no nos dejaron poner la denuncia, dejaron pasar otro día. Al día siguiente les dije “mi hija no es de las personas que se van, tiene un niño y quiere saber como está. Ya hace muchos días”. Entonces sí, nos tomaron la declaración. Pero de entonces a ahorita yo no he sabido nada de mi hija. De su novio encontraron sus credenciales en el carro de unos delincuentes, pero, de mi hija nada.

Las esperanzas de encontrarla son las únicas que me sostienen y tener que cuidar al niño, yo me hice cargo de el, es un compromiso que yo tengo con el niño. El niño tiene a su papá y lo ve, pero no vive con el.

De repente me derrumbo. He estado enferma porque ando sola. Es muy duro y más cuando el niño me pregunta por su mamá. A mi esposo se le desarrolló el problema del azúcar, andamos medio distanciados y a veces unidos. La familia de mi esposo se nos distanció. Yo creo que tienen miedo. Mis hijas me dicen que no me de por vencida, que un día va a regresar, que no pierda las esperanzas.

Al niño le quitaron el seguro porque su mamá ya no estaba cotizando. Me dijeron que el niño ya no tenía derecho. Dije: “su mamá está desaparecida, no es justo que le quiten el seguro”. Pero no se lo quisieron dejar. Me apura también que no quiero perder la casa de mi hija, no he podido pagar las mensualidades, porque es mucho. Pero tengo que hacer la lucha de salvar esa casa, porque si no ¿al niño que le va a quedar? le quitaron todo, el niño se quedó desamparado, no tiene nada.”

 Foto: Familiares de FUUNDEC, durante la marcha del día de la madre en la Ciudad de México © PBI México

Raúl Reyes, padre de Raúl Ignacio

“Mi nombre es Raúl Reyes, ando en busca de mi hijo Raúl Ignacio Reyes Zepeda que desapareció en el 2009. Demando la aparición de mi hijo y de todos los desaparecidos y que las autoridades se pongan a trabajar.

Somos defensores de derechos humanos porque estamos con el grupo de FUUNDEC. Cuando vamos por el grupo a las reuniones, nosotros hablamos por el grupo, por todos los desaparecidos, no por lo personal.

Conocimos a FUUNDEC, porque fuimos a la iglesia de nuestro barrio y el padre nos informó que se había formado un grupo de personas con familiares o parientes desaparecidos, para darse apoyo. Ahorita somos aproximadamente 230 familias. El grupo nos ha ayudado muchísimo psicológicamente. Contamos y agradecemos la colaboración, la ayuda y el apoyo que nos da el Centro de Derechos Humanos Fray Juan Larios con sus asesorías.

A personas de otros países les digo que vean si nos pudieran ayudar, no en la búsqueda, sino asesorándonos, o que una autoridad de allá tenga contacto con una autoridad de acá y vaya viendo, para que hagan un trabajo eficiente.”

La desaparición de Raúl Ignacio Reyes Zepeda

“Mi hijo trabajaba en una línea de transportes, era abastecedor de materiales para camiones, que se descomponían en cualquier lugar de México, el acudía con las piezas. Fue en abril, en la semana Santa del 2009, nosotros estábamos de vacaciones y al regreso nos enteramos de que no estaba. Como el constantemente salía por su trabajo y a veces tardaba, no nos extrañó. Después de un mes, vimos que no regresaba. Acudimos a hacer la denuncia y las autoridades no tomaban en serio el problema. Nos dijeron, a lo mejor se fue “de mojado” [emigró a Estados Unidos]. En aquel tiempo las autoridades estaban tapando, no había mucha información de estos acontecimientos.

Después de dos meses, las autoridades nos dijeron que nuestro hijo era parte de un grupo de once personas desaparecidas, otra autoridad nos dijo que eran 24 personas. Parece ser que una de esas personas desaparecidas llamó por teléfono desde un rancho de Piedras Negras. Me imagino que si nos dijeron que mi hijo está en ese grupo deben de tener conocimiento de algo, pero no me dan más información.

Yo comprendo que las autoridades no habían trabajado antes con un problema así y muchas no saben como enfocarlo. Pero ya son muchos años y todavía no hay nada.

Nosotros en la familia creemos que es posible de que el crimen organizado lo haya desaparecido o lo hubiese obligado a juntarse a sus filas. Entre los desaparecidos hay muchas personas con estudios, hay buenos choferes, ingenieros, gente para comunicaciones y esas cosas. Y mucha gente trabajadora, mecánicos, albañiles, ingenieros civiles, de acuerdo a las necesidades del crimen organizado. Se cree que es para hacerlos diseñar túneles, hacerles sus laboratorios.”

 Foto: Familiares de FUUNDEC, durante la marcha del día de la madre en la Ciudad de México © PBI México

El impacto de la desaparición para los familiares

La gente no denuncia por temor. Temor a los grupos del crimen organizado. Hay casos donde entran directamente a las casas de las familias y los sacan. Si usted habla, se atiene a las consecuencias, usted desaparece o toda su familia desaparece. Gracias a Dios a nosotros nunca nos ha pasado nada por denunciar.

Cuando pasó esto yo ya estaba pensionado, no trabajaba, intenté buscar trabajo y no me lo daban por la edad, entonces abrimos el tallercito. Tengo un tallercito de venta y elaboración de prendas tejidas. Yo me paso allí tejiendo la mayor parte del día, eso me quita mucho pensamiento malo, me da fuerzas y me ayuda para solventar la soledad.

La desaparición de nuestro hijo ha ocasionado muchos roces entre mi esposa y yo. No estamos al cien por ciento. Mi esposa, está más mal que yo. Entonces tiene que tener mucho apoyo. Nosotros tenemos otra hija. En varias ocasiones me dice que ya no busque, que no busque porque su hermano ya está muerto.

Mi hijo tuvo familia con una señora, y normalmente vemos al niño cada mes. El ya ahorita tiene 9 años y dice “mi papito, ¿porque no viene?, ¿donde está?, a lo mejor está en Estados Unidos y ya tiene otra familia. Si ya está muerto, donde está, para ir a verlo, a llevarle flores”. Le estamos diciendo, mi hijito, tu estás viendo que hay ratos que los domingos andamos en reuniones porque tu papito está desaparecido. No sabemos si está muerto, pero sí, está desaparecido.”

El derecho a la esperanza

Blanca Martínez del Centro de Derechos Humanos Fray Juan de Larios comenta que “para Fuundec y para el Centro Fray Juan de Larios la justicia pasa por encontrarlos, después viene todo lo demás, castigo a los culpables, reparación del daño, medidas de no repetición. Creemos que todavía puede haber mucha gente viva y seguimos apostando por ellos. Para una familia que tienen un ser querido desaparecido encontrar a su familiar, vivo o muerto, es encontrar la vida. No vamos a posibilitar que se maneje que los desaparecidos están muertos mientras no se sepa. Ese es un principio internacional de derechos humanos y un derecho que tienen las familias, a que se les respete su esperanza”.

      Foto: Familiares de FUUNDEC, durante manifestación en Saltillo © PBI México

* La entrevista fue elaborada por Susana Nistal y la traducción por Annie Hintz