Miembro de la Comunidad de Autodeterminación Vida y Dignidad (CAVIDA) de Cacarica, Chocó [foto: Jorge Mata]

Articulo publicado en el Boletín especial 15 años, octubre 2009 

En 1993 cuatro miembros de PBI viajan al país y concluyen que el acompañamiento internacional tiene un papel que jugar en Colombia.

Luis Enrique Eguren (España), miembro fundador de PBI Colombia

Fue una llamada breve de Francesc, cargada de ilusión; algo así como «los fondos ya están, vía libre: viajamos a Colombia». Varias agencias de cooperación, vinculadas a iglesias, habían colaborado, por iniciativa de Werner y PBI Alemania, para cubrir los costos de la misión exploratoria de PBI a Colombia. 

¿El objetivo? Estudiar si la experiencia reunida por PBI en Guatemala, El Salvador, Sri Lanka y otros países podría trasladarse a este escenario. Habíamos recibido varias peticiones escritas en este sentido, entre otras por parte de la entonces Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (ASFADDES) y Eduardo Umaña1. Desde el principio vimos que la gravedad y complejidad de la situación de derechos humanos en Colombia requería por nuestra parte una aproximación cuidadosa y reflexiva, ya que no había experiencias amplias de acompañamiento internacional en el país. Se trataba de entender, en pocas palabras, si la presencia de internacionales podría ser capaz de proteger a las personas que trabajaban en la defensa de derechos humanos de las amenazas y ataques, y en qué condiciones o con qué estrategias esto sería posible.

Pocos meses después llegamos a Bogotá a empezar lo que ya adivinábamos iban a ser dos intensos meses de entrevistas, lecturas y viajes: un profundo aprendizaje en el más amplio sentido de la palabra.

El equipo estaba compuesto por cuatro personas de distintos países, todas con experiencia en PBI: Francesc (España), Janey (Estados Unidos), Marcela (Colombia) y Quique (España). Fuimos amablemente acogidos por la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, quien nos hizo un espacio provisional en su oficina como base de operaciones, y nos ayudó con los contactos iniciales, que poco a poco, se fueron convirtiendo en una amplia y variada red. Desde Bogotá se ampliaron las visitas a Barrancabermeja, Barranquilla, Meta y Sucre.

Mirando atrás (hace 16 años de estos hechos), y a tenor de las conversaciones que teníamos como equipo de trabajo entonces, creo que para nosotros cuatro fue uno de los períodos más intensos de nuestras vidas. Aprendimos sobre un país hermoso, complejo, inmerso en diferentes conflictos a la vez. Tuvimos la inmensa fortuna de que centenares de personas aceptaron compartir con nosotros sus análisis, opiniones y experiencias directas, desde miembros de ONG, comunidades, organizaciones sociales, hasta miembros del gobierno y fuerzas de seguridad, embajadas, etc. Puedo decir también que reímos, lloramos y crecimos como personas. Y Colombia se introdujo en nuestras cabezas y nuestros corazones.

Acabada la misión nos costó varias semanas elaborar un informe, finalmente de más de doscientas páginas, en las que concluíamos que el acompañamiento internacional jugaba un papel importante en Colombia, en determinados escenarios y bajo ciertas condiciones. Basado en este informe, PBI realizó una serie de deliberaciones que culminaron en la decisión de abrir un proyecto en Colombia, tras lo cual se iniciaron las gestiones para la búsqueda de fondos. La idea del acompañamiento fue bien recibida en las agencias de cooperación y pronto pudimos abrir una pequeña oficina de apoyo en Londres, formar a personas voluntarias, hacer otras muchas gestiones, y en noviembre abrimos el primer equipo en Bogotá, que poco después se amplió con un equipo en Barrancabermeja. Ni que decir tiene que sentíamos una enorme responsabilidad: ¿estaríamos en lo cierto al analizar que podíamos ofrecer protección a las organizaciones defensoras de derechos humanos? ¿Estaríamos poniendo en riesgo a los miembros de estas organizaciones y a las personas voluntarias? Afortunadamente el tiempo, la experiencia y todos los apoyos que recibimos desde el principio nos responderían a estas preguntas iniciales y, sobre todo, a otras muchas que han ido surgiendo después, en el desafío constante que es el acompañamiento internacional en Colombia.

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1 Eduardo Umaña Mendoza era un abogado particularmente prestigioso, encargado de casos muy sensibles y especialmente el de los desaparecidos del Palacio de Justicia y del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Umaña Mendoza fue asesinado en Bogotá el 18 de abril de 1998.

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Francesc Riera, miembro fundador de PBI Colombia (España)

Teníamos tres peticiones muy concretas: una del Padre Javier Giraldo para hacer presencia internacional en el  albergue de personas desplazadas de la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz en Barrancabermeja; otra de CREDHOS para acompañar  en esa misma ciudad del departamento de Santander, y finalmente otra de ASFADDES para acompañar  en Bogotá.

En el informe constatábamos que en Colombia no había ni presencia internacional, ni tradición de  haberla habido en ningún otro momento. Por lo tanto, la presencia de PBI sería una novedad absoluta, y una necesidad muy sentida por parte de las ONG de derechos humanos.

La exploración fue en mayo y junio de 1993 y el primer equipo de PBI Colombia llegó al país el 3 de octubre de 1994.  Tuvimos la impresión, que más tarde se confirmaría, de que sería el proyecto de PBI que iba a contar con más apoyos por parte de personas, ONG, instituciones y  embajadas.