El Padre Javier Giraldo, Mónica de Operazione Colomba (ONG italiana) y la voluntaria italiana

Articulo publicado en el Boletín especial 15 años, octubre 2009 

Mari Vera, voluntaria de España (2007-9)

Al conocer la experiencia de PBI en Centroamérica el Padre Javier Giraldo pide acompañamiento en Colombia.

El Padre Javier Giraldo emana serenidad 1. Lleva muchos años al frente de la lucha en la defensa de los derechos humanos y ha sido testigo de episodios de una violencia barbárica, pero aun así conserva el sosiego de quien está convencido de lo que hace y por qué lo hace.

Él es una de las personas clave de la llegada de PBI a Colombia en 1994. A finales de los 80 conoció la experiencia del acompañamiento internacional en Centroamérica y pensó que podía ser una herramienta útil en el contexto colombiano, dada la situación grave que  se vivía desde hacía tiempo, con violaciones sistemáticas a los derechos humanos.

Él percibía como crucial el papel de esos «testigos internacionales», personas que llegaban, veían lo que pasaba y luego lo explicaban, para que los hechos no quedaran en la más absoluta impunidad y silencio.

Recuerda con una sonrisa pícara la cara de espanto de la encargada de PBI Internacional en Londres, cuando le hizo la petición de acompañamiento. Ella solo atinaba a decir que «Colombia es diferente, Colombia es diferente», como única explicación a la negativa inicial de acompañar en el país. 

Pero pocos años después, en 1993, llegó una pequeña comisión de exploración cuya misión era ver la viabilidad de un futuro acompañamiento de PBI en el país.

Después de un mes de observación escribieron un informe de dimensiones colosales. Lo que vieron durante esas pocas semanas fue una presencia cada vez mayor de paramilitares que ejercían su violencia sobre las comunidades provocando desplazamientos, muerte y destrucción. En esa época, las cifras de muertos anuales eran exorbitantes. Al año siguiente PBI volvió a Colombia, esta vez para quedarse. 

El Padre recuerda como el principal problema de esos primeros tiempos era el exceso de demanda para un grupo pequeño de voluntarios y voluntarias que no daba abasto. 

Aún así, destaca como la presencia de PBI ha ayudado a salvar muchas vidas durante todos estos años. Como esa vez en Dabeiba (departamento del Chocó) tomada por los paramilitares, en un retén en el que se rumoreaba se encontraba Carlos Castaño, les hicieron miles de preguntas a las brigadistas que se encontraban acompañando a miembros de la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz. Finalmente los dejaron pasar sin más implicaciones. 

El Padre también destaca el apoyo moral de PBI y recuerda la dura tarea de búsqueda de los cadáveres después de la masacre de La Resbaloza en el 2005, en la que asesinaron a miembros de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó. Ahí también estuvo PBI, acompañando en momentos de dolor y rabia extremos.

El momento actual presenta un reto para PBI, según la visión del Padre. Las estrategias actuales de ataques a las organizaciones de derechos humanos van más encaminadas a judicializaciones, señalamientos, estigmatizaciones. Son maneras más sutiles de agresión pero los efectos son los mismos: minar el trabajo en derechos humanos, debilitar a las organizaciones, silenciar las denuncias. 

La impunidad. Lo que él llama la estrategia de «la toga y el fusil». 

El acompañamiento internacional sigue teniendo un papel clave en todo eso. Se cumplen 15 años de nuestra presencia en Colombia, ¿hasta cuando?

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