Flakito en su segundo año en PBI tocando en una comunidad en Urabá

Articulo publicado en el Boletín especial 15 años, octubre 2009

Flakito (1), voluntario de Gran Bretaña (2002-2004)

Después de su voluntariado en PBI, el músico Flakito recorre los 750 kilómetros del Camino de Santiago (España) para recaudar fondos y visibilizar la situación de derechos humanos en Colombia.

Caminar es el modo de transporte más básico, no es muy rápido pero se ha convertido en mi modo preferido.  En mi primer año de voluntario con PBI estuve en Barrancabermeja, caminando al lado de personas valientes, como lo son las miembros de la Organización Femenina Popular (OFP) y la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (CREDHOS). Acompañándoles en su trabajo y en sus viajes por la zona del Magdalena Medio, varias veces caminé al lado de marchas de las organizaciones sociales de Barrancabermeja.  En mi segundo año estuve en Urabá, en zonas más remotas, acompañando a comunidades que apuestan por la no-violencia y que no quieren estar involucradas en la guerra.  En Cacarica, durante la temporada seca, cuando no había suficiente agua en el río para las piraguas, teníamos que caminar horas hasta llegar a los asentamientos  aislados.  En San José de Apartadó, donde termina la carretera (apta para vehículos todo-terreno), para subir a las veredas uno tenía que caminar o montar en mula o caballo.  Recuerdo atravesar a pie un sinfín de lodo en las montañas cuando subíamos a Arenas Altas para la «Universidad Campesina»,  un encuentro de comunidades campesinas resistiendo en la guerra. Venían gente de diferentes regiones del país para compartir conocimientos y experiencias. 

Antes de ir a Colombia con PBI, me ganaba la vida con la música, tocaba con una banda o en solitario, usando el acordeón para acompañarme en las canciones.  Viajaba mucho en mi camioneta por el Reino Unido y Europa.  Ahora sigo con la música, pero no tengo vehículo.  Al volver de Colombia me propuse como proyecto caminar parte de España, recorriendo el Camino de Santiago, una ruta que han seguido  peregrinos desde hace más de mil años y que tiene toda  una infraestructura de albergues para los caminantes procedentes de todo el mundo.  Anteriormente, había  grabado  un CD titulado «En Camino» con varios amigos músicos para venderlo a lo largo del Camino y donar todas las ganancias a PBI Colomb

Amnistía Internacional (AI) en España me apoyó con los gastos de los albergues, me proporcionó una lona blanca con el logotipo y Web de Amnistía  para cubrir el carrito y me suministró folletos sobre su campaña por los derechos humanos en Colombia para distribuir entre los caminantes que encontraba a lo largo de mis tres meses en el Camino, de abril a junio del 2006. Los grupos locales de AI en Pamplona, Logroño, Burgos, Palencia, León, Ponferrada, y Santiago de Compostela me organizaron conciertos, charlas en salas municipales, colegios y universidades, entrevistas con alcaldes y consejeros, y también  con la prensa, radio y televisión; todo para visibilizar la solidaridad internacional y lo que se puede hacer con AI y PBI.  A veces, en otros pueblos, cuando de manera improvisada  un hostelero  de un albergue me invitaba a dar una charla para sus «peregrinos», me vi  haciendo algo así como una especie de acrobacia  mental intentando hablar en español, inglés y francés, mostrando un DVD sobre San José de Apartadó y, por supuesto, amenizando la sesión con unas canciones en directo. 

 

Fueron tres meses que disfruté mucho, aunque duros debido a la distancia (750km desde la frontera con Francia) y al peso de la mochila.  Llevaba mi acordeón, flauta, percusión, amplificadora y micrófonos pequeños, folletos de AI, CDs para vender a beneficio de  PBI; todo en un carrito «todoterreno» a dos ruedas. 

 

Varias veces estuve acompañado y  fui ayudado por integrantes del grupo local de Amnistía a la entrada o salida de su ciudad. Junto con ellos, hubo otro acompañamiento muy simbólico, el de Pablo Arenales, un defensor colombiano de derechos humanos residente en España y acogido al programa de asilo de Amnistía Internacional, al que además  había acompañado muchas veces durante mi primer año en PBI Colombia.  A lo largo del Camino, recorriendo varias ciudades,  íbamos coordinando  todo un sistema de presentación y entrevistas a los medios: primero yo respondía a preguntas sobre el Camino, hablaba del voluntariado con PBI en Colombia y del CD, luego Pablo profundizaba sobre la situación de los defensores y los derechos humanos en Colombia, y finalmente una persona representante de Amnistía decía lo que se puede hacer para apoyar su campaña.

 

El Camino de Santiago tiene la fama de ser una vía sagrada, según las creencias.  Para mí, la experiencia no depende de creencias, sino del hecho de caminar, estar inmerso en la naturaleza y en el mundo humano, ver revelarse los paisajes mientras se acercan y luego se dejan atrás. Montañas,  bosques, valles, ríos, monumentos, iglesias, ciudades. Es muy diferente de lo que se siente desde un tren o un vehículo. Y la posibilidad de hablar tranquilamente y profundamente con otros caminantes, ya sea sobre los derechos humanos, los logros de la civilización y lo que hemos perdido con la prisa y la presión, o simplemente compartir experiencias de vida. La confianza que se crea así entre personas que no se conocen  es algo sagrado.

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1   Nombre artístico del autor de este artículo.