Un campesino frente a una de las zonas humanitarias

Articulo publicado en el Boletín especial 15 años, octubre 2009

Jaime Martínez y Andreas Riemann, ex voluntarios de España y Alemania (2007-2009)

Presuntos paramilitares matan a líder de desplazados en la vulnerable comunidad de Caño Manso (departamento del Chocó), recién retornada a sus tierras.

El 14 de octubre del 2008 viajamos con la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (CIJP) en su trabajo con las comunidades de Curbaradó. La zona estaba muy caliente debido a las recientes amenazas contra CIJP y las comunidades, y por el rapto que había sufrido un miembro de CIJP poco antes. La tenacidad de las comunidades y de CIJP hacía que siguiéramos acompañando en la zona. Pasamos el día en la zona humanitaria ubicada en la finca del campesino Don Petro en medio de la palma africana mientras nuestros acompañados estaban preparando algunas actividades. A las cuatro de la tarde nos avisaron de que acababan de matar a Ualberto Hoyos en la comunidad de Caño Manso. Dos hombres le habían disparado a quemarropa en pleno día delante de la gente. 

Sabíamos que Ualberto era un reconocido líder de las comunidades de Curbaradó, y varios de nosotros lo conocíamos. Recordamos que hacía justo un año, una tarde de septiembre del 2007, había sufrido otro atentado. Un sicario intentó matarlos a él y a su hermano mientras estaban sentados en su casa, cerca de donde dos años antes habían desaparecido a Orlando Valencia, otro líder de las comunidades del Bajo Atrato. Ualberto y su hermano salieron con graves heridas de bala, se quedaron alejados de la zona por su recuperación física y por razones de seguridad, pero Ualberto acababa de regresar a la zona del Curbaradó hacía unas semanas, con medidas de seguridad del Estado; escolta armado y carro blindado. El mensaje de su asesinato causó un miedo profundo entre la gente de las comunidades, y CIJP nos pidió acompañamiento para ir a Caño Manso inmediatamente.

Hasta julio del año 1997 entre 80 y 90 familias habitaban la vereda Caño Manso y su fuente de subsistencia eran los cultivos de arroz, maíz, yuca, plátano, ñame y la pesca. En julio de este mismo año todas las familias campesinas salieron huyendo de los grupos armados. El 5 de agosto del 2007, después de diez años de  destierro, un grupo de familias decidió regresar a su territorio. 

Aunque hoy Caño Manso está ocupada con ganadería extensiva y explotación de madera, varias familias habían retornado a la vereda en octubre de 2008 y Ualberto jugó un papel importante en este regreso. Además, era testigo en procesos judiciales por apropiación ilegal de tierras en la región y en el caso de la desaparición y homicidio del líder comunitario Orlando Valencia. Justamente un día antes de su asesinato, el Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Antioquia había llamado a Ualberto para que rindiera testimonio en el juicio que se adelanta contra dos reconocidos paramilitares por el homicidio de Orlando. Ualberto estaba protegido por medidas provisionales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y en el marco de ellas tenía un esquema de protección del Ministerio del Interior y de Justicia.  Sin embargo, la semana de su asesinato los encargados de su seguridad no se presentaron a prestar el servicio con el argumento de que se les había dañado el vehículo blindado utilizado para su trabajo de acompañamiento 

y protección1.

Nos tocó viajar a Caño Manso en motos y en la oscuridad. En el camino, nos cruzamos con el Ejército y con la Policía, quienes quisieron impedir nuestro trayecto. Finalmente, a las 8 de la noche, llegamos a Caño Manso. Nos dirigimos hacia el caserío, que parecía abandonado. El silencio reinaba y se podía palpar el miedo en el ambiente, aunque no podíamos ver a nadie. La integrante de CIJP dijo en voz alta: «Hola buenas noches, ¿hay alguien?». Y escuchamos una respuesta que venía de una casa: «¿Justicia y Paz?». Al escuchar el «sí», la gente fue saliendo poco a poco de sus casas y así encontramos a la hermosa y admirable gente de Caño Manso. Nos contaron lo sucedido muy rápidamente y nos preguntaron si queríamos ver al difunto Ualberto. La mujer de CIJP nos miró, y con dificultad dijo, «supongo que sí». Un niño cogió la mano de Andreas y dijo: «Venga usted, aquí está el señor». Ualberto yacía boca arriba junto a seis candelas que le velaban. Se podían ver algunos impactos de bala. 

Unas cinco horas después de recibir el aviso llegó la policía, el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía y el Ejército. La Fiscalía recogió testimonios durante horas, los trámites demoraron toda la noche. Recogieron unos nueve casquillos de bala junto a Ualberto y se llevaron su cuerpo. Una señora de la comunidad cocinó café en la madrugada y después de servirnos presenciamos una nueva muestra de la integridad de la gente de las comunidades: aún con miedo y desconfianza, la señora se acercó a la policía y les invitó a un café. Fue una noche muy larga y extraña, nosotros dos jamás habíamos vivido una situación tan trágica y triste. La gente de la comunidad se reunía y se apoyaba mutuamente, recordando a Ualberto. Se leyó la Biblia y reflexionaron en común sobre las agresiones que estaban sufriendo y sobre si debían seguir hacia adelante. Las canciones que entonaban y las lecturas nos hacían comprender que la decisión era continuar con la lucha y hacerlo en sus tierras. Hablaban de conformar una Zona Humanitaria, que creemos que ya han logrado meses más tarde. 

Al día siguiente, otros miembros de PBI nos relevaban, nos despedimos muy emocionados de la gente de la comunidad y de la miembro de CIJP. Nos había impresionado mucho con el apoyo que le brindó a la comunidad. Para Jaime fue la última vez que estuvo en Caño Manso con PBI y espera volver a ver esa gente.  Esperamos que algún día se haga justicia con el asesinato de Ualberto, el atentado contra él y su hermano del año anterior, y la desaparición y asesinato de Orlando Valencia. Así como con los tantos atropellos que ha sufrido y sigue sufriendo la comunidad de Caño Manso y las otras comunidades de Curbaradó y Jiguamiandó. El desplazamiento forzado les condenó al destierro durante muchos años.

 

1 «Informe 93: Curbaradó, Asesinado Ualberto Hoyos, Paramilitares asesinaron a líder de Curbaradó», Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, 14 de octubre 2008