¿Cuantas historias y dolores detrás de cada retrato de víctima? [Foto: Sebastian Niesar]

Articulo publicado en el Boletín especial 15 años, octubre 2009

Carlos M. Beristain, Área Psicosocial (1996-2003)

Del miedo y del dolor, de la resistencia y del apoyo, hablan estas historias, estos trocitos de Colombia y de nosotros mismos.

Hace ahora quince años llegamos a Colombia. Entonces, al nombrar el proyecto de Colombia y el acompañamiento a las organizaciones de derechos humanos que empezaba a hacer PBI,  sentía en el ánimo un enorme reto que comenzaba, lo sentía también en ese lugar del estómago donde se siente el miedo. Al apoyo psicosocial lo llamamos reconstruir el tejido social porque así nos habló la gente, porque se trata de acompañar y abrir espacios para retejer historias, gentes y vidas que quieren serlo. Un trabajo en el que aprendimos mucho de la gente, y donde los talleres, los encuentros, los espacios para el apoyo fueron abriéndose poco a poco a nuevos procesos, organizaciones y desafíos.

Las mujeres

Las mujeres de la OFP tejen servicios, reuniones, capacitaciones, y apoyos. Estas mujeres tienen también una red de comedores populares en Barrancabermeja. Hoy vamos a comer a uno de ellos. Ana y Josefa cocinan para las familias que tienen los niños y las niñas en la escuela, para la gente que no puede ir de compras porque está buscándose la vida. Ellas hacen cada día el milagro aquel de los panes y los peces. Después de que todo el mundo se ha marchado, llenan su propia hambre, lavan los trastos y hacen sus cuentas con números lentos y decimales. Los centavos que sobran de cada comedor van en la tarde a caminar: vuelven a donde salieron en forma de asistencia médica, talleres, servicios.

De vuelta  a Urabá

Nos subimos a la chiva para San José Apartadó, un camión sacado de algún cuento lleno de colores. En medio de los bananos y la selva, la chiva camina como puede. Fuera hay bulla. La salsa y el vallenato se disputan las esquinas y llenan, de un lado y de otro como la gente, esta chiva que comienza a rodar. Hay un enorme bullicio, casi tan grande como el silencio de aquí dentro. Pasan por el retén paramilitar. Un joven de ojos helados detiene la camioneta, otros dos hombres salen a los lados. Ojos que miran rostros, pero no miran a  los ojos. Ni siquiera cruzan la mirada. Después de un tiempo que no cabe en los tres minutos que debieron pasar según mi reloj, y después de devolverle las llaves al chofer y de hablar y de hablar por un transmisor; después de que la respiración se hubiera quedado cortada en pedacitos, se van. 

Galería de la memoria de los desaparecidos

La habitación está llena de rostros transparentes colgados del techo por un hilo tenue y fuerte como los recuerdos.  Los rostros a la altura del rostro. Hay un aire de respeto al entrar aquí. Cualquiera diría que es algo místico, cuasi religioso. Para mí, este silencio es otra cosa, es una parte del que tienen dentro de sí los familiares de los desaparecidos. Por eso esta galería no es una exposición, invita a acompañar. En la presentación, Gladys dice que la galería está llena de rostros no sólo para ponerle nombre a la ausencia o colores a su recuerdo o lugar a sus pérdidas. Ella quiere que la gente que la vea se pregunte, como las familias hacen cada día, ¿Dónde están?

El balón y los indígenas

Explican el conflicto como un partido de futbol. A un lado está el proyecto comunitario y todas las actividades que lo siembran y lo cuidan en medio de la guerra. Al otro el conquistador, el terrateniente y quienes nos matan y quienes nos dividen. Hay que jugar con estrategia. La resistencia no es al conflicto armado solamente. Ellos y ellas miran  más lejos: es para defender el proyecto de vida. Después alguien termina la explicación en el centro del problema: el balón, la disputa, es nuestra tierra.

En medio del combate

Piedad y Socorro están en este taller convertido en asamblea. Ciento trece personas bien apretaditas bajo este techo, bajo este sol. Tienen nombre de súplica o de ayuda, según como se mire. Aunque si las miras, te quedas en sus ojos. Trabajamos esta mañana representando la realidad que viven y que quieren cambiar. Esta  vez  se trata de una emergencia, después del último ataque de las FARC en Toribio. Es un combate que pone a la gente en medio de las balas. Una de las personas de la comunidad  cae herida,  todos se esconden y entonces, todos gritan sus nombres.